Menos de cuarenta días después del primer bautismo de calles del Ensanche,[1] el Ayuntamiento decide cambiar los nombres de las dos calles extremas:[2] la número once, denominada Manresa, pasa a ser conocida como Llobregat; y la número cuarenta, denominada Mataró, pasa a ser conocida como Marina.
La calle número once tiene una interesante historia. Aunque nunca llegó a ser abierta, ostentó tres denominaciones: Manresa, Llobregat y Puigcerdà. Victor Balaguer la imaginó de un modo tan distinto al que pensó Cerdà, que los respectivos trazados no tienen ningún segmento en común. El trazado proyectado por Cerdà y por el Ayuntamiento está ahora ocupado por la Fira de Barcelona, sucesora de la Exposición Universal de 1929; esa Exposición, a su vez, se celebró en vez de la proyectada Exposición Internacional de Industrias Eléctricas de 1915, que tuvo que suspenderse debido a la Primera Guerra Mundial: la planificación de la Exposición de 1915 ya había enterrado definitivamente la existencia de nuestra calle. En su correspondiente ficha se pueden consultar los detalles.
En cuanto a la calle número cuarenta, sigue conociéndose en la actualidad con el nombre de calle de la Marina.[3] Con una anchura de cincuenta metros a lo largo de casi todo su recorrido, es una de las grandes avenidas del Ensanche. Pasó a ocupar un lugar central en Barcelona a partir de las grandes reformas efectuadas en la ciudad con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992.
Aprueba los dictamenes siguientes de la Sección cuarta.
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Otro, opinando que el nombre de Manresa dado a la calle marcada con el número once en el plano del ensanche, se varie con el de Llobregat, y que la marcada con el número cuarenta en dicho plano, que se tituló de Mataró, se denomine de Marina.
Ajuntament de Barcelona. Llibre d'Actes del Consell Plenari 1864. Anual [AHCB A134 46-1864, f. 22 (p. 223).
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