Ediciones


El deseo en la vida cotidiana
La ética del psicoanálisis (II)
La sublimación


Autores: Juan Carlos De Brasi y Emilio González

1ª edición: Abril de 2003

Formato A4, 96 pp.

Publicación descatalogada


Reseña

[Transcripción de las VIII Jornadas psicoanalíticas del mismo nombre, impartidas por Juan Carlos De Brasi y Emilio González.]

Juan Carlos De Brasi: […] Entonces, rodeando un poquito la problemática nuclear ésta que de alguna manera nos reúne hoy, es muy interesante, ahora la rodeamos por el otro lado. Habría como tres o cuatro puntos que, uno podría decir, nos llevan a otros discursos, y ver cómo ahí se tramó la problemática ética, también. Pero, esta vez, por aprés coup, ver desde el psicoanálisis cómo estos discursos se abren. ¿Qué quiere decir? — que, cuando uno trabaja un discurso, cualquiera, como en este caso, si lo abre hacia atrás desde el psicoanálisis, empiezan a aparecer dimensiones impensadas en ese discurso. Son las resonancias impensadas. Entonces, es muy interesante: cuando el psicoanálisis se plantea la problemática de la sublimación, para dar un ejemplo muy concreto, toda la concepción de lo sublime de Kant adquiere una dimensión que no tiene. Ésta es una manera de abrir el pasado como posibilidad, porque parecería que, en este caso, Kant pensó –ya que Emilio mencionó lo sublime–, considerar cómo fue trabajado ahí. Entonces, muy sintéticamente, el proyecto de la ética tal cual desde el psicoanálisis está, de alguna manera, diagramado, toca algunos puntos de toda la ética tal cual se vino pensando desde que la ética deja de ser una teoría de las costumbres cotidianas, nada más. Es decir, desde que es ética, para ponerle el nombre que ya vimos la vez pasada, desde Aristóteles, que es donde la ética adquiere el nombre concreto de ética, o filosofía moral, que es lo mismo.

Entonces, ¿qué se diría desde el psicoanálisis? –y esto se puede probar, cosa que no vamos a hacer aquí–: que la ética tradicional –porque todo esto lo vimos en las Jornadas pasadas– gira en torno al concepto de bien: el Bien platónico, la felicidad, el Supremo Bien, la Bonitas en Santo Tomás, es decir, siempre está jugando la idea de bien; ahora bien, desde la ética del psicoanálisis, está asimilado que el concepto de bien, felicidad, es importante para el ser humano, pero también aparece una dimensión de obstáculo en esto, no sólo por lo que muestran las patologías actuales y las patologías de otras actualidades previas a ésta, del siglo pasado, el otro y el otro. La ética tradicional gira alrededor del concepto de bien, felicidad, eudemonía…; bueno, los nombres que adquiere el Supremo Bien, el famoso tó agatón de Platón. Entonces, no hay duda que la felicidad, el bien, los bienes materiales, todo esto, es una búsqueda del ser humano, y totalmente legítima. Pero el psicoanálisis le va a decir: esta legitimidad hay que asimilarla, no cabe duda, pero hete aquí que nos encontramos con un límite –y aquí viene a girar el problema de la sublimación, la Cosa…–: el límite es que la búsqueda de placer, como podía haber sucedido en casi todas las concepciones tradicionales de la ética, y hay otras muy antiguas que no son tradicionales, por ejemplo, casi toda la ética fue hedonista, en el sentido de la búsqueda de placer, del Supremo Bien, el bien, repitiendo. Entonces, hete aquí que el problema de la Cosa, el problema del placer –Más allá del principio del placer no lo escribe Freud por casualidad–, el problema de la pulsión y pulsión de muerte, que juega en la sublimación –tampoco por casualidad– ha hecho que, desde el mismo psicoanálisis, en otras orientaciones, se hablara de desatino freudiano, metafísica freudiana, que no servía para nada — esta segunda tópica, este Más allá del principio del placer, el nombre del texto freudiano. Pero resulta que ese texto viene a plantearle el límite a la ética tradicional, a partir del problema de la Cosa, de la sublimación, del goce; porque, diría el psicoanálisis: bien, extendamos hasta el límite, como si fuera una banda elástica, la problemática del bien, ¿con qué nos encontraríamos? –del bien, del placer, de lo hedónico–: nos encontraríamos que, en el límite al que llega esa banda elástica del placer, está el dolor, porque más allá del principio del placer, nos acecha la repetición, el dolor, muchas otras cosas. Entonces, el psicoanálisis diría: la ética de los bienes, la ética del placer, la ética del Supremo Bien, lleva también al dolor, hay que tener cuidado porque hay que hacerse cargo de esto, también. Si uno quiere el placer hasta sus últimas consecuencias, tiene que soportar el dolor, no como una aguja que pincha un dedo, no; el dolor en el sentido del psicoanálisis: que, en el límite del placer, también está el dolor. Entonces, éste es un límite a la ética de los bienes, no puede hacerse cargo enteramente de la ética del bien, del placer, el psicoanálisis. Ésta sería una de las críticas posibles.[…]

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