La vergüenza es un afecto temprano en la vida de todo ser humano. Hace posible la inserción social, porque actúa como un dique de contención para los deseos hasta entonces desatados del niño, que sólo buscan satisfacción. No obstante, y dependiendo del desarrollo de la persona, la vergüenza puede desembocar en fuertes inseguridades o en una timidez que derive en dificultades para relacionarse de forma segura con los demás. ¿Qué hay detrás de ese carácter inhibido? El juicio de los demás sobre nosotros que suele manifestarse en una pregunta recurrente: ¿qué pensarán de mí?
En épocas donde la exhibición pública (especialmente en las redes sociales) se ha vuelto casi una exigencia, las personas tímidas, inhibidas o inseguras pueden sentirse vulnerables, atacadas, excluidas, distintas, etc. Poner nombre a esos sentimientos y pensamientos, indagar en las propias inseguridades, todo ello en el marco de una terapia psicoanalítica, permite una mejora en las relaciones con los demás y con uno mismo.