Miedo al contacto físico o a la mera proximidad de los otros, miedo al contagio, miedo a enfermar y morir, miedo a salir a la calle, miedo a la soledad, al abandono, a los cambios, al compromiso… Estos y otros temores se presentan a diario en la vida de millones de personas en todo el mundo. El resultado es un estado de profunda angustia que dificulta y hasta puede llegar a bloquear el día a día.
Ante situaciones imprevisibles y de incertidumbre —como en muchos casos se ha convertido la vida cotidiana— es inevitable sentir miedo, porque el miedo es un afecto normal en la vida de cualquier persona. Poder reconocer cómo se percibe el miedo, qué se siente bajo su influencia, hablar de esos temores y separar los reales de los imaginados, es el inicio de un recorrido terapéutico que tenderá a mejorar la calidad de vida de quien acude a la consulta.